Jesucristo, tú atravesaste pueblos y villas “curando toda dolencia y toda enfermedad.” Por tu mandato, los enfermos fueron curados. Acude a nuestra ayuda hoy, en medio de la propagación global del coronavirus, para que podamos sentir tu amor curativo.
Cura a todos los enfermos con el virus. Que puedan recuperar sus fuerzas y sanar mediante un buen cuidado médico.
Sánanos de nuestros temores, los cuales no permiten que las naciones trabajen unidas y que los vecinos se ayuden unos a otros.
Cúranos de nuestro orgullo, el cual nos hace asumir invulnerabilidad ante una enfermedad que no tiene límites.
Jesucristo, sanador de todo, acompáñanos en estos tiempos de incertidumbre y pena.
Acompaña aquellos que han muerto por causa del virus. Que estén descansando a tu lado en tu paz eterna.
Acompaña las familias de quienes están enfermos o que han muerto. En medio de sus preocupaciones y penas, líbrales de enfermedad y desesperación. Permíteles sentir tu paz.
Acompaña los doctores, enfermeras, investigadores y todos los profesionales médicos que andan en búsqueda de sanar y ayudar a los afectados, y que corren riesgos en el proceso. Permíteles sentir tu protección y paz.
Acompaña los líderes de todas las naciones. Dales la visión para actuar con amor, y un verdadero interés en el bienestar de la gente que deben de servir. Dales la sabiduría para poder invertir en soluciones de largo plazo que ayudarán a la preparación o prevención de futuros brotes. Permíteles conocer tu paz en esta tierra, mientras juntos trabajan para lograrlo.
Ya estemos en nuestras casas o en el extranjero, rodeados de muchos o de unos pocos que sufren de esta enfermedad, Jesucristo, acompáñanos mientras soportamos y lamentamos, persistimos y nos preparamos. Sustituye nuestra ansiedad por tu paz.
Amen.