Gracias, Padre Celestial,
porque todo es don tuyo, aún lo más insignificante.
Gracias por el don de la vida y por el bautismo
que ha permitido que sea considerado tu hijo.
Gracias, por la voluntad que nos concedes para cambiar las cosas, y para reaccionar frente a lo que es mediocre. Gracias por el cariño y afecto que podemos tener y sentir por las personas, aún las que no sean del propio agrado y son capaces de aceptarnos como somos.
Gracias, Señor Jesús, por estar con nosotros; gracias, por recibir en tus manos el cúmulo de dones para ofrecer al Padre, Gracias, Señor, Gracias.
Amén.